Señor, te entrego mi corazón, tómalo en tus manos. En medio del cansancio, las preocupaciones, vengo a Ti, para decirte lo mucho que te necesito. Ayúdame a sanar las heridas del pasado, esas que no me permiten ser feliz. Quiero que en las alegrías te alabe, pero sobre todo, que en las dificultades pueda levantar mis manos al cielo y decirte en medio de mis tropiezos: bendito seas, mi Dios.
Regálame la sabiduría para decir en el momento preciso y con las palabras adecuadas aquello que no me gusta de la otra persona, que lo pueda hacer con amor y sabiendo que Tú me acompañas. Gracias por atenderme, por mostrar tu misericordia en mi vida, bendice mi hogar y que en él reine tu Espíritu Santo.
Sé que Tú me levantarás y me sacarás de todas estas tempestades por las que estoy pasando. Que todo esto que estoy viviendo sea un aprendizaje para darme cuenta de que la vida sin Ti no tiene sentido, y que todo esto sea para seguir fiel a Ti, para caminar sin miedo, confiando en tu luz que siempre guiará mis pasos.
Amén.
Amén