Gracias, Señor, por no permitir que desviara el camino, porque siempre estuviste mirando mis pasos para corregirme, para darme la mano, para apoyarme, para hacerme fuerte, para sentirme acompañado. Hoy quiero agradecerte porque siempre has estado ahí, aunque te falle, así yo haya intentado alejarme de Ti tu amor nunca ha disminuido. Gracias porque a pesar de que a lo largo de mi vida he pasado por muchas cosas difíciles las he superado con tu ayuda, porque has escuchado mis oraciones.
Porque no me has negado nada, simplemente has estado ahí para lo que sea que necesite. Gracias porque cuando estuve a punto de desviarme en el afán de probarme a mí mismo que podía seguir andando con los ojos cerrados, Tú me hiciste entender y me iluminaste el sendero. Te pido que llenes mi corazón de esperanza y de vida, no me desampares, que no corra peligro al pasar por tantos caminos diferentes, que pueda caminar tranquilo sabiendo que Tú siempre estás ahí cuidando mis pasos.
Derrama tu Espíritu Santo y hazme sentir sereno y tranquilo, que su paz recorra todo mi ser dejándome libre y haciéndome descansar verdaderamente. Que tu Espíritu Santo recorra mi desierto y me haga reverdecer para Ti, que es lo que más quiero en la vida. Toma mi corazón y dame paz, fuerzas y ánimo para vivir, no permitas que nada me quite las ganas de ser feliz y de hacer felices a los que amo.
Amén.
Amén